miércoles, 1 de junio de 2011

Crónica de un Miércoles Santo Inolvidable


Puntual, a las 20:20 horas de la tarde, las puertas de la Parroquia de San Vicente se abrieron para que la Cofradía iniciara su camino hacia la Santa Iglesia Catedral. Tras la decimonónica cruz de guía una hilera de hermanos, vestidos con las túnicas más antiguas de todas cuanto procesiónan en la Semana Santa de Sevilla, precedían a los titulares de nuestra Corporación. 

El Nazareno de la Divina Misericordia, como en años anteriores, lucía la espléndida túnica bordada en los talleres de Fernandez y Enriquez que daba más realce aún a la impresionante imagen que tallara Felipe de Ribas. 


Por su parte el paso de misterio, (exornado a base de rosas rojas, protos, calas y cardos), estrenaba el acompañamiento musical, que corrió a cargo de la Banda de CC y TT Esencia, que con su elegante y llamativo estilo, parecía transportarnos al más puro sentir de la Semana Santa malagueña. 

Por último, exornada con rosas color champagne, la Virgen de la Cabeza ponía broche de oro al cortejo, a los sones de un cuidado repertorio musical que la banda de Alcalá interpretaba para la Santísima Virgen con exquisito gusto. La imagen se presentaba hermosísima, ataviada con un tul de sedas y un encaje de oro del siglo XIX que se completaba con un broche de aguas marinas sobre oro blanco y brillantes. Además la Virgen llevaba el fajín donado por el General José Píriz, y estrenaba la restauración de la saya bordada por Manuel Maria Ariza que perteneció a la Virgen del Rosario y que en 1993 se recuperó para el ajuar de la Santisima Virgen de la Cabeza. 

La estación penitencial se llevó a cabo sin incidentes reseñables, salvo la caída de unas de las potencias del Santísimo Cristo de las Siete Palabras, que más tarde volvió a colocarse. Por su parte la lluvia, a pesar de ser un inapreciable chisporroteo, por unos minutos también quiso estar presente y sorprendió a la Cofradía cuando discurría por la Plaza Nueva y Tetuán.


A pesar de ello el cortejo en ningún momento se descompuso y siguió su elegante discurrir hacia el barrio de San Vicente. Emotivas y reseñables fueron las saetas que al Señor de la Divina Misericordia le interpretaron a la entrada por parte de varios saeteros, entre ellos su camarera, Paquita Gómez. Destacable también el paso de la Santísima Virgen de la Cabeza por la Calle Cardenal Cisneros hasta la entrada, a los sones de la marcha que Antonio Pantión dedicase el Santisimo Cristo de las Siete Palabras, del mismo nombre, y de Procesion de Semana Santa en Sevilla, de Pascual Marquina. 

Por último, y auqnue sea un tópico, decir que fue digno de elogios el discurrir del paso de misterio por las calles de Sevilla, que es considerado por muchos como el calvario por excelencia de nuestra Semana Santa por su sabor romántico, clásico y elegante que ha sabido cuidarse atraves del tiempo.



Fotografías de Arturo Merino

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