La
verdadera “dueña” de la
Capilla que actualmente preside el Santísimo Cristo de las
Siete Palabras es el conjunto de Cuadros de la Virgen de los Remedios, que
en ella se encuentra. Amador de los Ríos pudo ver completo este
conjunto de cuadros que presidía la capilla antes de 1844.
El
2 de noviembre de 1868 la
Hermandad de Las Siete Palabras, fue desposeída de su
residencia canónica al cerrarse el Convento Casa Grande del Carmen por los
invasores franceses, trasladándose a la Parroquia de San Vicente Mártir con las pocas imágenes
y enseres que le dejaron. Se situaron en la Capilla del lado del Evangelio dedicada a la Virgen de los Remedios. El
traslado, al ser definitivo, se instala en lugar preferencial, modificándose la
colocación del conjunto pictórico.
Desmembrado posteriormente, no se
ha conservado ningún resto de la estructura arquitectónica labrada por el
escultor Jerónimo Hernández que enmarcaba las pinturas, aunque no ocurre lo
mismo con las nueve tablas de Villegas, conservadas en el mismo lugar para el
que fueron pintadas originalmente, la capilla de Francisco Griego, actual del Santísimo
Cristo de Las Siete Palabras. Se fecha entre la producción tardía del pintor,
en torno a 1590.
Localizados los conciertos de talla y pintura, otorgados
el 3 y 4 de Enero de 1569, la
documentación permite identificar las tablas de Villegas con las concertadas
por el pintor para el retablo tallado por J. Hdez. para el altar del armador,
capitán de navío y mercader Fco Griego, contratado por los herederos de éste,
su viuda e hijo Juana Rosa y Nicolás Quisamich.
La fecha señalada por López Martínez para la contratación
del retablo (Septiembre de 1568) corresponde en realidad a la de un documento
previo extendido por el provisor de Sevilla y dirigido a Fco Farfán, clérigo
presbítero y Mayordomo de fábrica de San Vicente Mártir, informándole del
propósito de Nicolás Q, de 18 años de edad, de fundar una capellanía perpetua
en la iglesia, según la voluntad de su Padre. Muerto éste en Cádiz, en el
testamento había expresado la voluntad de que su cuerpo fuera depositado por
sus herederos, en el monasterio del Carmen o en la Parroquia de San
Vicente. En cumplimiento de esta cláusula, Nicolás Q. había solicitado al
provisor la concesión de la capilla bautismal de San Vicente Mártir, sugiriendo
el traslado de la pila de bautismo a otro lugar “cabe la puerta mayor debaxo de
la tribuna de los órganos que es lugar muy honesto y deçente”. Señalaba el
provisor que la viuda prometía gastar en la capilla 1.000 ducados, “los quales
no se pueden dexar de gastar… con que la dicha capilla quedará muy bien
adornada”, además de dotar de renta a la fábrica y de donar 310 ducados para ayuda
a la obra que la Parroquia
tenía comenzada. Se ordenaba a Fco Farfán la concesión de la capellanía,
recibiendo los 310 ducados para ayuda de fábrica a la iglesia.
El 2 de Octubre de 1568, Nicolás Q. tomaba posesión de la capilla “que solía ser del Bautismo”,
situada entre la puerta de San Benito y la capilla de Juan de Porras. Tres
meses más tarde de la toma de posesión de la capilla por Nicolás Q., los
herederos de Fco Griego contrataban el retablo que debía presidir la capilla
familiar con el escultor J. Hdez. y el pintor de imaginería Pedro de Villegas
Marmolejo.
Los
artistas se comprometían a cumplir las condiciones adjuntas a sus respectivos
contratos, además de seguir la “traça que para el Retablo está fecha”,
obligándose J. Hdez. a concluir su labor en Julio y Villegas en Octubre. La
forma de pago es la usual, abonados los 160 y 220 ducados respectivos en tres
libramientos, el último de ellos a cobrar una vez tasadas y aprobadas las obras
por maestros oficiales. Según las cartas de finiquito otorgadas por J. Hdez. y
Villegas así debió cumplirse aunque, también como era frecuente, los plazos
estipulados en un principio para la conclusión del retablo se prolongaron. El
finiquito con Pedro de Villegas lo firmaron Nicolás Q. y el pintor el 26 de
Enero de 1570 (tres meses más tarde del
plazo), mientras que el de J. Hdez, extrañamente, habría de esperar al 13 de
Julio de ese año para llevarse a efecto (un año después de la fecha).
Aparentemente, en ninguno de los dos casos el retraso fue motivo de descontento,
puesto que con la última libranza ambos serían gratificados: J. Hdez. con 6.000
maravedíes por las demasías y Villegas con 15.600 “graçiosos por la buena obra
que he fecho por que fue taçada y estimada en más cantidad que los dichos
dozientos e veynte ducados”.
Según las condiciones para la obra de talla el retablo, de
estructura plana, debía medir 20 palmos de alto por 15 de alto (proporción
sesquitercia). Las condiciones por las cuales Pedro de Villegas se comprometía
a realizar la obra de pintura y dorado del retablo se detienen sólo en
puntualizaciones de carácter técnico sobre el dorado de la estructura de talla
y la preparación de los tableros para pintar, dejándose el programa
iconográfico de éstos al arbitrio posterior de Nicolás Q. Esta circunstancia,
bastante habitual en los contratos de obra artística de la época, podría
plantear en principio cierta dificultad para identificar las pinturas del
retablo de Fco Griego con las hoy existentes en Las Siete Palabras, en
particular si tenemos en cuenta que la única temática concreta que se
especifica en los contratos hace referencia a la obligación de pintar unos
retratos, uno representa a San Jerónimo
y el otro a las santas Justa y Rufina.
Debemos encontrarnos en este caso ante un cambio de parecer
de los patronos del altar por cuanto el resto de las pruebas indican que la
documentación corresponde a las pinturas de Villegas en San Vicente Mártir.
Así, tanto el número de tablas, nueve, como el formato y medidas de cada una de ellas se corresponden
a las requeridas en el contrato. Pero aún más significativa resulta la
presencia de ciertos detalles en el programa iconográfico de las tablas que han
llegado hasta nosotros que confirman, si fuera necesario, su pertenencia al
retablo contratado por Juana Rosa y Nicolás Q. en 1568, en particular la aparición
en dos de las pinturas, la de los santos Juan Bautista y Nicolás de Bari.
Aunque San Juan es una figura de culto conocida y recurrente en multitud de
retablos de esta y de cualquier época, no sucede lo mismo con el segundo de
ellos. Ambos justifican su presencia en su papel de patronos respectivos de los
comitentes del altar, la viuda y el hijo mayor de Fco Griego. En otro nivel,
igualmente apropiada resulta la presencia de San Nicolás, como patrono de las
gentes del mar, en la capilla de una familia de marinos griegos. El resto de
figuras de santos representados, deben responder a devociones particulares de
la familia, o quizá a circunstancias puntuales contemporáneas a la pintura del
retablo. Respecto a esto último, la aparición en los laterales de los
tradicionales santos intercesores contra la peste, San Sebastián y San Roque,
podrían estar relacionados de una u otra forma con la “peste de San Gil”, que
azotara la ciudad en 1568, como esperanza para evitar el regreso de la
enfermedad.
Igualmente
pertinente para la familia sería la tabla central con la representación de la Virgen de los Remedios. La
pintura de Villegas no responde al tipo iconográfico –una madonna lactans–
de la pintura del siglo XV de igual advocación conservada en el trascoro de la Catedral hispalense, pero
en la Sevilla
del siglo XVI la Virgen
de los Remedios era por definición la venerada en el desaparecido Convento de
su nombre en Triana, objeto de especial
devoción marinera, que daría nombre a los astilleros más importantes
y posteriormente a todo un barrio. Desaparecida esta imagen, no es posible
verificar la correspondencia iconográfica del tipo de la Virgen de los Remedios
firmada por Villegas con el de su posible modelo, pero una vez más la
vinculación marinera de su culto la convertía en una advocación plena de significado
para los familiares de Fco Griego.
A partir de estas evidencias no es posible dudar en la
identificación de las tablas de Las Siete Palabras con las que una vez formaron
parte del desaparecido retablo de Fco Griego y fijar la ejecución del conjunto
a lo largo de 1569, veinte años antes de la fecha tradicional y aceptada por la
historiografía.
Por citar dos ejemplos fechables con cierta seguridad, y
aunque existen variantes estilísticas entre ambos conjuntos, las tablas de Las
Siete Palabras se encuentran más próximas a las que forman parte del ya citado
retablo de la Visitación
(c. 1566) de la Catedral de Sevilla que a la Sagrada Familia y
San Juan pintada por el artista para su enterramiento en San Lorenzo (c. 1591),
Años posteriores, parece ser que la colocación individual de
los cuadros fue modificándose dentro de la Parroquia de San Vicente Mártir y salas de la
Hermandad de Las Siete Palabras, haciéndose unos marcos individuales de madera
dorada.
.
Tras más de un siglo con las pinturas repartidas por la Parroquia, con la restauración
entre los años de 1.994- 2.001, y que tantos puntos negros ha tenido para San
Vicente Mártir y para la
Hermandad de Las Siete Palabras, pudimos recuperar en su
esencia este conjunto pictórico.
Espero que futuras Juntas de Gobierno, ya que a esta le
queda menos de un mes, abarque este trabajo, que realce aún más los magníficos
cuadros y nuestra Capilla.
Un saludo, de un Rabanito.
Autor del texto: Carlos M. Romo Salado
Fotografías: Práxedes Sánchez M. e IAPH
Fuentes de información: http://www.iaph.es/web/canales/conservacion-y-restauracion/catalogo-de-obras-restauradas/contenido/Ntra_Sra_de_los_Remedios_Parroquia_de_San_Vicente_Sevilla
Más información: http://institucional.us.es/revistas/arte/20/03%20Sanchez.pdf
Más información: http://www.artehistoria.jcyl.es/artesp/obras/21861.htm
grandisimo articulo y grandiosas fotos!!
ResponderEliminarenhorabuena a los 2!!